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sábado, 17 de julio de 2010

Enrique Santos Discépolo: Escritura y Grotesco








El otro día un alumno me preguntó qué hacía Discépolo, y yo le contesté: “Escribía…”. Luego amplié un poco contándole que además actuaba, dirigía, componía, etc… Pero prioricé aquello de “escribir” por sobre todo lo demás. Porque considero que todas esas aristas de su expresión, inevitablemente fueron a morir en ESCRITURA.

Había en él una ineludible necesidad de sacar todo eso que tenía adentro. Pero no sólo sus propios sentimientos y pensamientos, sino también los del hombre en general al que observaba con agudeza y profundidad asombrosas.

Y si uno piensa en la figura de un escritor, reconoce a un amante de las palabras con una necesidad de expresarse mediante ellas. Pero acompañado siempre por el obsesivo afán del “cómo decir”. Y he aquí que el escritor, según mi criterio, está en Discépolo por encima de todas sus otras facetas. Él mismo en cierta oportunidad lo manifestaba, al hablar de sus tangos “como pequeñas enfermedades de mi yo, que necesito curar eliminando el microbio que las produce. Es la espera de que llegue a mí la enfermedad… la inspiración o como quiera llamársela. Yo no busco el asunto: éste tiene que venir a mí… sacudirme…De pronto advierto que una idea llega hasta mí como un golpe de sol, dejándome un sedimento de tristeza o de alegría que debo compartir con alguien. Con mis amigos, con el público, por una necesidad de mi propia naturaleza psíquica. Esa idea necesito rumiarla, madurarla, darle muchas vueltas en el ventilador del mate”.
Y agregaba en otras circunstancias: “Nunca quise comerciar con mis tangos, porque estos no salen a la luz hasta que están listos. Pensados, sentidos, escritos como yo quiero”.

Es así, entonces, como se gestaban sus tangos, entre padecimientos íntimos… Y luego de desarrollarlos, los expulsaba como si soportara los dolores de un alumbramiento difícil.
Sí, Discépolo el escritor… ése que daba cuerda al tema que quería tratar hasta el punto exacto que él entendía era la expresión justa de sus sentimientos. Sólo un gran escritor es capaz de transformar esa ráfaga de inspiración, en versos buscados, colocados y acabados.



Tango y Grotesco


Sería extenso analizar su obra desde distintos enfoques. Es muy rica y variada su producción para una sola página. Por eso quiero centrarme solamente en un aspecto. Y es el del GROTESCO.
La mayor parte de los tangos de Discépolo tienen los atributos del grotesco. Podría decir que fue el género esencial y soporte formal de su obra, porque su atmósfera y sus personajes aparecen trazados con esos atributos. Y ¿cuáles son estos?... Básicamente, los elementos del grotesco son tres.
El primero, fundado en que toda verdad está amenazada de ser, en lo más hondo, un espejismo, una falsa verdad. El segundo, es específicamente dramático, y consiste en evidenciar teatralmente aquellos supuestos filosóficos y expresarlos mediante un conflicto: lo que el personaje cree que es, bajo los efectos de una ilusión, y lo que el personaje es en su pobre y efectiva realidad humana. Y el tercer elemento corresponde al mundo de los sentimientos y sus efectos. Ese engaño que padece el personaje puesto en aquel dramático trance, produce, inevitablemente, un efecto cómico.

Al bucear en sus tangos, se advierte cómo Discepolín prefiriere ridiculizar la inmensidad del drama íntimo al extremo de lo burlesco, provocando la sonrisa tras el patetismo de lo humanamente irreparable. Y en “Soy un arlequín” de 1929, lo sintetiza: “¡Cuánto dolor que hace reír!”.


En esa angustiada confrontación, profundamente humana, de lo que hubo de ser y lo que negativamente fue, transitan los personajes de sus tangos. Así, pintando siempre con mordaz ironía la escena vigorosamente grotesca:

“Pero no ves gilito embanderado/que la razón la tiene el de más guita/que la honradez la venden al contado/ y a la moral la dan por moneditas” ("Qué vachaché" , 1926)
“Yo hubiera dado mi vida/para salvar la ilusión./Fue el único sol de esperanza/ que tuvo mi fe… mi amor…/Triste consuelo del sol que nada alcanza,/sueño bendito que me hizo traición.” ("Desencanto", 1937).
“Uno, busca lleno de esperanzas/el camino que los sueños/prometieron a sus ansias…” ( "Uno", 1943)
“Somos la mueca de lo que soñamos ser” ( "Quien más... Quien menos", 1934)

Y podría continuar con una extensa lista que incluiría a “Cambalache” y “Yira, yira”.


Pero prefiero concluir con lo que nos dice el mismo Discépolo, a propósito de lo expuesto hasta aquí:

"Yo tengo algunos tangos de forma cómica, pero de fondo serio. Son de ese género que hemos convenido en llamar grotesco. Estos sí que suelen pegar. Es porque reflejan otro aspecto de nuestro modo de ser. El criollo, y sobre todo el porteño, tiene el pudor de sus emociones y de sus sentimientos. Por eso no los exterioriza. Trata de despistar cuando habla. Es el temor a la cachada. Y para que no lo cachen los demás, se cacha él mismo. ¡La cachada! ¡Qué tema para un ensayista desocupado!... En ella reside nuestra debilidad y nuestra fuerza. Por temor a ella, cada vez que emprendemos algo, ponemos en juego las catorce antenas de nuestra radio interior. Quiero decir, que todas las potencias de nuestro espíritu entran en acción. Y si a pesar de eso fracasamos, nos burlamos a gritos de nuestro fracaso para evitar que se burlen los demás”.


Y finalizo hablándote a vos, escritor enorme vistiendo al tierno hombrecito... Quizás no nos habrías legado toda esa maravilla en letras de tango, si te hubieras cuidado más el alma… Si te hubieras descarnado menos…. Y si “realmente” te hubieras reído de vos mismo.

5 comentarios:

  1. Buenas palabras, ciertas. Me agradó la lectura de tus líneas. Saludos.

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  2. Gracias Mauro! Por leerlo y por tu agrado al hacerlo. Me invita a seguir volcando aquí aun más. Cariños.

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  3. Enhorabuena por el blog, me ha encantado leerte. Un abrazo.

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  4. Gracias Gilda! Y a mí me ha encantado que me lo hagas saber. Otro abrazo.

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  5. no pudo con la maldad e indiferencia de tantos a quienes quiso sin conocer, q inocente fuiste Discepolín, soñabas y pedías a gritos amor y te lo negaron cuando mas lo necesitaste luego de dar el alma sin nada a cambio mas que el amor, ese que te faltó en la infancia sin tus viejos. Estarás con ellos ahora y con todos los que te amaron, descanzando en paz.

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