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sábado, 30 de octubre de 2010

Mina que fue en otros tiempos...

                                                                













Mujer, musa inspiradora… Mezcla de debilidad y fortaleza para el varón que la evoca… Perfección estética o ética… O en otros casos, decididamente un mal que padeció …

Mujer que se ha ido, y con esa pérdida, la destrucción del hombre. Dimensión pasional del amor encarnado en un tipo de mujer que es capaz de llevarlo hasta el horror...Pero si permanece a su lado, elevarlo a la felicidad total.

Hoy pasearemos por los lugares comunes que han definido a las mujeres en las letras del tango. Arquetipos con nombre de mujer. Porque en esta selección, sólo tomé algunos tangos que tienen por título un nombre o apodo.

Y allí veremos las que se han ido, las francesitas, las que “dieron el mal paso”, las idealizadas, las singulares…

Y todas ellas nombradas y expuestas desde el título mismo.



1) La que se fue y nunca volverá…


Hemos conocido uno de los dramas de amor de los tangos: el del hombre abandonado. El poeta llora y lamenta la pérdida, pero exacerbando en el recuerdo las bondades de la evocada. Idealización generada desde la no presencia. Figura que se agranda con el paso del tiempo y en un presente de soledad.


Alejandra, E. Sábato y A.Troilo: “Entre soledades y hondos dolores/ En vagas regiones de negros malvones,/ Estás, Alejandra, por cuáles caminos,/ Con grave tristeza, ¡Oh, muerta princesa!(…) La sorda sirena de un barco lejano/ Mis ojos nublados te buscan en vano.”

Ana Lucía, J. B. Gatti y J. R. Iglesias: “Ana Lucía.../ Mi muñeca delicada y rubia,/ Ana Lucía.../ Capullo que mojó la lluvia./ Breve fue su paso por mi vida/ Triste fue el destino de su amor.../ Aquel invierno/ Está en mi alma todavía,/ Mi pequeña Ana Lucía/ En mis brazos se moría,/ Como una flor...”

Claudinette, J. Centeya y E. Delfino: “Ausencia de tus manos en mis manos/ Distancia de tu voz que ya no está.../ Mi buena Claudinette de un sueño vano/ Perdida ya de mí, ¿dónde andarás?/ La calle dio el encuentro insospechado/ La calle fue después quien te llevó.../ Tus grandes ojos negros, afiebrados/ Llenaron de tiniebla, mi pobre corazón.”



¿Dónde estás, Mariel? R. Yiso, J. Puey y A: “Mariel... Mariel.../ Muchacha de París, te quiero./ Sin ti, Mariel.../ De angustia y de ansiedad, me muero/ Mariel... Mariel.../ Qué senda te llevó tan lejos.../ Te busco, pero dónde,/ Te llamo, no respondes,/ Dónde se ocultó tu amor./ Te sueño noche y día,/ Daría yo mi vida/ Sólo por hallar tu amor.”

Ivón, H. Sanguinetti y L. Vasca: “¡Dónde andarás, Ivón!/ De calle en calle mi amor te nombra./ ¡Dónde andarás, Ivón!/ De barrio en barrio te busco, alondra./ Y me parece que estás huyendo de mí.”

Lilián, L. Caruso y H. Varela: “Lilián.../ Rubia y dulce, Lilián./ Pasión.../ De un romance casual./ Esa noche yo estaba tan sólo/ Y tú llenaste mi soledad./ Lilián.../ Rubia y dulce, Lilián./ No estás.../ Esta noche no estás.”

Lisón, J. Centeya y J. Ranieri: “Lisón/ Tu amor quedó en mi corazón./ Lisón, dulce Lisón./ Y fue/ La melodía de tu voz/ Sentí triste canción./ Lisón/ Eran tus manos blancas/ Y yo soñaba con la luna/ Vida mía./ En un/ Romance azul de juventud/ Lisón, dulce Lisón.”

Magdalena, L. Caruso y D. Cisne: “Vino trayendo alegrías/ Que el barrio desconocía/ Llenando todo de sol./ Se llamaba Magdalena/ Y era tan buena/ Tan buena.../ Magdalena, Magdalena.../ Como se agranda esta pena,/ Al saber que nunca más/ He de volverme a mirar/ En tus ojos, Magdalena.”

María, C. Castillo y A. Troilo: "María.../ En las sombras de mi pieza/ Es tu paso el que regresa.../ María.../ Y es tu voz, pequeña y triste/ La del día en que dijiste:/ “Ya no hay nada entre los dos”.../ María.../ La más mía... la lejana.../ Si volvieras otra mañana/ Por las calles del adiós.../(…) Pero tus manos buenas, regresaban presentes/ Para curar mi fiebre, desteñidas de amor...

Mimí Pinsón, J. Rótulo y A. Roggero: “Mimí Pinsón,/ Yo te soñé en la novela de Musset/ Y te encontré después en mi destino./ Qué cortos fueron los caminos de los sueños/ Y qué vanos los empeños/ Por salvarte de la muerte./ Sigue la nieve castigando el ventanal.../ ¡Y yo con esta soledad!/(…) Te veo y te presiento,/ Pero es inútil, ya no vienes a mi encuentro/ Mimí Pinsón...”

Gricel, J. M. Contursi y M. Mores: “No te olvides de mí.../De tu Gricel.../Me dijiste al besar/El Cristo aquel.../Y hoy que vivo enloquecido/Porque no te olvidé/Ni te acuerdas de mí/Gricel... ¡Gricel!.../Me faltó después tu voz/Y el calor de tu mirar,/Y como un loco te busqué/Pero ya nunca te encontré,/Y en otros besos me aturdí./¡Mi vida toda fue un engaño!”

Rosicler, F. García Jiménez y J. Basso: “Te llamabas Rosicler/ Como el primer/ Rayo del día.../ Y en los lirios de tu piel/ Todo mi ayer/ Se perfumó.../ Ese ayer que me persigue/ Con su máscara terrible/ De dolor y de imposibles.../ Ya me voy, rubia mujer/ Ya nunca más he de volver.../ Y en el río de las sombras/ Soy la sombra que te nombra/¡Mi Rosicler...!”

Margarita Gauthier, L. J. J. Nelson y J. M. Mora: “Hoy te evoco emocionado,/ mi divina Margarita/Hoy te añoro en mis recuerdos ¡Oh, mi dulce inspiración!/Soy tu Armando el que te clama, mi sedosa muñequita/El que llora... el que reza, embargado de emoción./El idilio que se ha roto me ha robado paz y calma/Y la muerte ha profanado la virtud de nuestro amor,/¡Para qué quiero la vida!... si mi alma destrozada/Sufre una angustia suprema... vive este cruento dolor.”

Rubí, E. Cadícamo y J. C. Cobián: “Rubí.../Acuérdate de mí,/No imploro tu perdón/Mas de tu corazón no me arrojes.../Rubí.../¿Adónde irás sin mí?/Cuando no estés conmigo/¡Quién podrá quererte así!/Rubí.../En este instante gris/Un último dolor…”




2) La que dio “el mal paso”…



A través de la historia, la figura femenina ha dado lugar a muchas reflexiones y teorías, casi todas basadas en la tradición, prejuicios, tabúes religiosos, supersticiones, etc…

Desde una perspectiva del género, es una historia de supeditación que nace con la implementación del patriarcado en las comunidades primitivas y que continuó en las contemporáneas.

Según el “orden natural”, el hombre pertenece al mundo exterior y la mujer, al interior. De este modo, las mujeres son confinadas al perímetro casero.

En mis estudios sobre literatura infantil, recuerdo estos temas recurrentes en los cuentos de hadas, donde las protagonistas mujeres o niñas, salían del espacio que les era propio y sufrían por ende, las consecuencias. Invito de paso a la lectura de “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” de Bruno Bettelheim, donde desarrolla este tema y otros por demás interesantísimos.

Así las cosas, y ubicándonos en el Buenos Aires de principios de siglo, observaremos que este orden se mantiene, con ingredientes característicos del “macho argentino” y las circunstancias propias de un país en constantes cambios y tamizado de influencias foráneas. Identidad que no se pierde, pero con dificultades a la hora de cohabitar con otras.

Y en el tango, en sus letras, está reflejado este tópico: la mujer que abandona “su” lugar para irse a otro. Pibas deslumbradas por las luces del centro. Dejan el barrio para obtener una vida fácil, y con ella, todos los peligros. Tentación por darse ciertos gustos y que la llevan a “perderse”.

Son numerosos los tangos en que está presente este reclamo a las mujeres que cambiaban de vida para obtener “riquezas y placeres”. Presente también el desconocimiento del cómo se gestó ese cambio. Algunas aparecen como arrastradas de algún modo a ese camino de un mal fin, justificadas como en este verso: “otras cayeron igual”. Mujeres, entonces, que no han decidido ellas mismas su destino.

Como hoy nos convoca sólo aquellos tangos con “nombre de mujer”, los invito a investigar cuántos otros han tratado este tópico, y verán qué larga es la lista.

Carmín, M. Robles y V. Buchino: “Carmín, siempre está el sitio que dejaste ayer./Carmín, siempre hay dos manos que rogando están./Ya es tiempo de llorar, con llanto de malvón,/Con lágrimas de fe, Carmín volvé.(…)/Ayer, tenías el sol en tu rayuela/Alumbrando tu vida simple y pura,/Y hoy que tenés la pista iluminada/Está a oscuras tu pobre corazón."

Galleguita, A. Navarrine y H. Pettorosi: “Galleguita, la divina/La que a la playa argentina/Llegó una tarde de abril/Sin más prendas, ni tesoros/Que tus negros ojos moros/Y tu cuerpito gentil./Siendo buena, eras honrada/Pero no te valió nada/Otras cayeron igual./Eras linda, galleguita/Y tras la primera cita/Fuiste a parar al Pigall.”





Gigí, E. Moreno y E. Valentino: “Nos citaban las campanas/En el patio de la escuela,/Y caían azucenas/En tu blanco delantal.../Tarde de oro en tus cabellos/En tus ojos, dulces sombras,/Y nació mi primer verso/Que inocente aun te nombra/Con amor sentimental.../Gigí.../Ayer te vi por Santa Fe./Gigí.../Perfume, seda y esplendor./Y yo.../Pobre bohemio te lloré./Mujer.../De un sueño de oro que volvió.”

Margot, C. Flores, C. Gardel y J. Razzano: “Yo me acuerdo, no tenías casi nada que ponerte/Hoy usás ajuar de seda con rositas rococó,/Me revienta tu presencia, pagaría por no verte/Si hasta el nombre te has cambiado, como has cambiado de suerte/Ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot.”

Milonguita, S. Linning y E. Delfino: “Estercita.../Hoy te llaman Milonguita,/Flor de noche y de placer/Flor de lujo y cabaret./Milonguita.../Los hombres te han hecho mal/Y hoy darías toda tu alma/Por vestirte de percal./Cuando sales por la madrugada/Milonguita, de aquel cabaret,/Toda tu alma temblando de frío/Dice: ¡Ay, si pudiera querer!.../Y entre el vino y el último tango/P’ al cotorro te saca un bacán.../¡Ay, qué sola, Estercita, te sientes!/Si llorás, dicen que es el champán.”




3) La francesita “gaucha”…





Tangos en donde las protagonistas son las francesas en Buenos Aires o las argentinas ancladas en París. Recordemos que en las primeras décadas del siglo XX, el tango se expande en París y cambia costumbres, aquí y allá.

Este culto nuevo que apasiona a la ciudad, va a mezclar a todas las clases: aristócratas, vividores, nobles, actrices, prostitutas, todos. Un Art Déco en París pero también en Buenos Aires… Tango en los famosos cabaret del centro, pero conviviendo con el de los patios, conventillos, tabernas, saloncitos y prostíbulos.

Además por estos años, se reproducen los burdeles con mujeres que venían de todas partes del mundo como España, Francia, Italia, Alemania y hasta de Polonia, para los hombres también inmigrantes que habían abandonado a sus familias en busca de posibilidades en otro continente.

No es de extrañar entonces, que las francesitas fueran las protagonistas de muchos tangos. Y veremos a continuación que ya en sus títulos llevan los nombres de aquellas musas galas.



Griseta, J. González Castillo y E. Delfino: “Mezcla rara de Museta y de Mimí/Con caricias de Rodolfo y de Schaunard,/Era la flor de París/Que un sueño de novela trajo al arrabal.../Y en el loco divagar del cabaret/Al arrullo de algún tango compadrón,/Alentaba una ilusión/Soñaba con Des Grieux,/Quería ser Manón./Francesita/Que trajiste, pizpireta/Sentimental y coqueta/La poesía del quartier/¿Quién diría/que tu poema de griseta,/sólo una estrofa tendría/la silenciosa agonía/de Margarita Gauthier?”

Ivette, P. Contursi;  A. P. Berto y J. A. Roca : "¡Que te ha de dar ese otro/que tu viejo no te ha dado!/¿No te acordás que he robado/pa´ que no falte el buyón?/¿No te acordás cuando en cana/te mandaba en cuadernitos/aquellos lindos versitos/nacidos del corazón?

¡Lucienne!, J. Fuentes y D. Rullo: “ ¡Lucienne!/Extraña francesita que adoré./¡Lucienne!/Te llama con dolor mi soledad,/Amor de mi lejana juventud./¡Lucienne!/Tu risa entre las sombras se perdió,/Y una mañana gris/Por ti lloró mi corazón.”

Madame Ivonne, E. Cadícamo y E. Pereyra: “Han pasao diez años que zarpó de Francia/“Mamuasel” Ivonne, hoy es sólo “Madam”,/La que al ver que todo quedó en la distancia/Con ojos muy tristes, bebe su champán./Ya no es la papusa del barrio latino/Ya no es la mistonga florcita de Lis,/Ya nada le queda... ni aquel argentino/Que entre tango y mate, la alzó de París.”

Manón, A. M. Podestá y A. De Bassi: “Vida, vida vieja que cinchas cansada/Repitiendo tu nombre, Manón,/Y se siente morir recostada/Sobre los latidos de mi corazón./Vida, pobre vida que ya ni se mueve/Que ni sabe por qué te perdió,/Heroína de un barrio con nieve/Francesita gaucha, mi linda Manón./Rondo tu recuerdo,/Persigo tu sombra,/Mi pena te nombra/Con fervor, con gratitud.”

Margo, H. Expósito y A. Pontier: “Margo ha vuelto a la ciudad/Con el tango más amargo,/Su cansancio fue tan largo/Que el cansancio pudo más./Varias noches el ayer/Se hizo grillo hasta la aurora,/Pero nunca como ahora/Tanto y tanto hasta volver./¿Qué pretende, adónde va,/con el tango más amargo?/¡Si ha llorado tanto Margo/que dan ganas de llorar!”

Marión, Luis Rubinstein: “En la evocación, vuelve a soñar mi corazón/Y el sueño eres tú, Marión./Amor de mi juventud, que no se olvida/Amor que llena de luz, toda mi vida./Sombras del ayer con su tristeza de canción/Siempre me dirán: “Marión”.../Marión.../Sé que a tu lado fui feliz,/Cuando te di mi corazón/En el viejo París./Recuerdo,/La angustia del adiós,/Y el cielo/Llorando por los dos./Marión.../Amor lejano que dejé,/Quiero que sepas, corazón/Que jamás te olvidé...”




4) La idealizada…


Aquí van tres ejemplos de mujeres que, este caso, son elevadas a un rango de idealización. Y el poseerlas provoca en el que canta, dicha y placer absolutos. Nótese el estilo empleado (“adorable belleza de hurí”, “lumbre de luna, de plata, fulgor”, “o mi mente delira, o ese ser adorado”). Aconsejo siempre leer la letra completa de cada tango para una comprensión total. Y se podrá observar que el poeta ha buscado ciertos términos para poder alcanzar la medida justa de ese estado de embeleso o felicidad plena.





Alicia (vals), E. Cárdenas y G. D. Barbieri: “Porque quiero mi canto elevar/ Oye, Alicia, mi acento febril,/ Y no dejes que tu alma me niegue/ Tu adorable belleza de hurí./ En tus labios de fino coral/ Yo quisiera tus besos sorber,/ Aunque sepa, mi Alicia divina/ Que todos tus besos me maten después.”


Clarita, J. González Castillo y D. Fortunato: “Porque eres, Clara, la claridad/Resplandeciente de la bondad,/Lumbre de luna, de plata, fulgor/Y que no quema ni mata, claror./Como la luna en los lares, color/Como la luna en los mares, candor,/Tú has bañado mi vida, Clarita querida/En la luz de tu amor.


Elvira, te quiero, M. Romero y R. Sciamarella: “Me parece mentira/El haberla encontrado,/Como yo la he soñado/A Elvira.../O mi mente delira/O ese ser adorado,/Ya se encuentra a mi lado/¡Mi Elvira!.../(…)¡Elvira, te quiero!.../Siempre te he esperado/Y ahora que has llegado,/No huyas de mi lado/Como una ilusión...”




5) Y aún quedan más…

Sí… y éstas son mujeres cantadas ya no desde el amor del poeta, sino evocadas como un modelo de inspiración, mujeres de particulares características dentro de un mismo motivo literario: la soledad que alberga penas. Aquí están Malena, María de nadie y Marylin:


Malena, H. Manzi y L. Demare: “Malena canta el tango como ninguna/Y en cada verso pone su corazón,/A yuyo del suburbio su voz perfuma/Malena tiene pena de bandoneón./Tal vez, allá en la infancia, su voz de alondra/Tomó ese tono oscuro de callejón.../O acaso aquel romance, que solo nombra/Cuando se pone triste con el alcohol./Malena canta el tango con voz de sombra,/Malena tiene pena de bandoneón.”


María de nadie, M. Iaquinandi y E. Blázquez: “María de nadie/Qué triste color,/Tus ojos de pena/Tu pena de amor./Las noches sin sueño/Y el viejo café,/Un mundo sin dueño/Y un tiempo sin fe./Ahora ya es tarde,/Ahora el dolor,/María de nadie/No tienes amor.”


Marilyn, C. Castillo y M. Nijensohn: “Dormida en el splín de tu verdad/La noche llora el sueño del hollín,/La soledad del cuarto en soledad/Que dice que el amor, fue de aserrín./Vas a dormir por siempre tu ansiedad/Sobre una rosa antigua de cotín,/Tu triste vanidad, la copa de tu gin/La vida siempre ruin, de la ciudad.”



Pensadores, psicólogos, sociólogos hablaron de "la subjetividad de una época". Cada época tiene un discurso que le es propio y cada generación genera, justamente, significantes que la representan.

Por eso en este camino del mundo de las mujeres que hoy recorrimos, emisor y receptor pertenecen a un determinado contexto que hemos ido desarrollando: el porteño, hombre y mujer del ´20 al ´60 aproximadamente. En este paseo que hemos realizado, salieron a la luz esas mujeres a través de la mirada, el análisis, y el juicio de quienes las han cantado. En parte basados en la concepción ancestral antes mencionada, pero mezclada con las circunstancias de vida propias de ese espacio y tiempo.

Es de suponer que el sujeto actual no es el mismo que el de siglos pasados, ya que su posición está determinada, como vimos, por la historia.

Queda en nosotros, entonces, echar un vistazo para ver cómo andan las cosas por estos tiempos.
Y a no sorprenderse si encontramos vestigios de algunos de los versos aquí expuestos...


Por Mónica Matar










2 comentarios:

  1. Maravilloso !!!! sos genial!!!!!
    besos grandes chiquita linda!!!!

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  2. Te quiero Liz!!!!! Gracias es poco!! Más allá de sentir que es mucho tu comentario, leerlo aquí me llena de emoción! Te abrazo como cuando era chiquita, con todo mi amor...

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