Vistas de página en total

martes, 4 de enero de 2011

De compadres, bacanes, cafiolos... y metrosexuales


A mis viejos… a tantas frases, términos y actitudes que llevo conmigo gracias a su natural y genuina identidad tanguera. Ellos me hicieron vivir los tangos en la mesa dominguera, en las charlas… Todo el tiempo… “La nena ya tiene un gavilán” le decía mamá a mi abuela. Y frases de todo tipo, como “No vayas a ese almacén porque ése es un cafishio”; “José, no te hagas el otario”; “Estás hecho un fifí”; “¡Qué pituca, mamititi!” “¿Decime si no parezco un bacán?... Va entonces mi agradecimiento, hoy especialmente, por todo ese abanico de vocablos, por “haberlos vivido” a pesar de la diferencia generacional. Siguen en mí, no se fueron. Igual que ustedes, amados míos.


En la página de hoy estarán los hombres del tango. No los autores o intérpretes, sino los que aparecen cantados en sus historias. Teñidas de humor o de reproches, cargadas de admiración o de nostalgia. Aquellos tangos que a través de una terminología lunfarda nos han legado un valioso corpus lingüístico en el habla popular. Y lo que es más interesante, aún hoy algunos de ellos en uso, en nuestro decir cotidiano.

Deseaba escribir sobre ellos, pues les debía un espacio luego de haberme ocupado de las mujeres del tango. Pero lo que más me motivó a hacerlo, fue la lectura de unos artículos sobre los nuevos modelos de hombre en la actualidad. Fue sorprendente y por demás divertido conocer la variada lista de categorizaciones. Ya había escuchado, por su reiterada mención en los medios, la del metrosexual (hombre urbano cuidadoso con su aspecto físico, que rompe con el estereotipo tradicional de hombre masculino y viril).
Pero otras nuevas catalogaciones se abrieron paso. Nuevo macho (conserva todas las características del típico macho, pero no tiene problemas para llorar frente a otros); Metrogay (gay con intachable conducta masculina); Metro-hetero (heterosexual, pero con sutiles actitudes gays); Snag (Sensitive New Age Guy), (hombre sensible y que entiende perfectamente a las mujeres); emo-boy (el hombre emotivo, terriblemente vulnerable); New Bloke (en extremo liberal, trata a hombres y mujeres por igual).
Tipologías como la de los hombres Alfa y los hombres Beta se suman a las anteriores.
Pero aún hay más: los vitasexuales, los metroemocionales, los tecnosexuales y los retrosexuales, (estos últimos identificarían a los ya conocidos "machos recios”).
Y como última novedad, el descubrimiento de la publicista estadounidense Marian Salzman, (El hombre del Futuro), que asegura que el nuevo arquetipo masculino es el übersexual o sobresexual.

Más allá de establecer si hay rigor científico en las investigaciones o comprobación que esta terminología es usada coloquialmente (prueba de que no es así se las da la que aquí escribe, ya que desconocía totalmente su existencia), parece que estos son los modelos de hombre que se pasean por este ya entrado siglo XXI.

Si hablamos de arquetipos masculinos, podríamos ocupar cientos de páginas si la mirada va desde lo mitológico, ancestral, psicológico, sociológico, antropológico, religioso, literario, etc. El hombre, sus conductas, su imagen y su evolución en el tiempo, nos ha mostrado los cambios y/o la perduración de ciertos rasgos a través de la historia de la humanidad. Arquetipos desde lo individual o desde el inconsciente colectivo, como ya lo planteaba Carl Jung.

Pero la intención hoy es mostrar simplemente a los varones que canta el tango. Porque el tango tuvo “sus” hombres. Y qué variada vidriera, que riquísima terminología especialmente lunfarda para nombrarlos.
Varones del tango en las primeras letras, y en el tango canción, más precisamente el de los comienzos, del 1900 a 1930. ¿Cómo no hacer una página a esta riquísima galería de arquetipos masculinos? Personajes que también aparecieron, al unísono, en los sainetes. Miguel Angel Guérin en La construcción de arquetipos urbanos en el sainete, nos dice que “la relación entre ambas producciones (tango y sainete) es muy estrecha; muchos autores escribieron ambos géneros, muchos sainetes sirvieron para imponer ciertos tangos cantados y no pocos tangos fueron útiles para promover los sainetes que los incluían”. El sainete y la comedia costumbrista “captaron la transformación que estaba ocurriendo en la sociedad. Por eso sus personajes, reflejan todas las facetas de una sociedad que crece, se modifica y se supera a sí misma constantemente. No es sólo la pintura de tipos populares. Es el que más radiografía a la Argentina en el período que va desde 1900 a 1930”, “Comedias y sainetes argentinos”, N. Granada, R. Payró, F. Mertens y otros, 2007.

No puedo dejar de mencionar a los tangos de “La Negra” Bozán”, que delineaban perfectamente la tipología del porteño. En ellos podíamos ver: el cargoso en Estampilla, el guapo en Guapo sin grupo, la bataclana en Que querés con ese loro, el viejo verde en Cuando un viejo se enamora, el compadrito en Compadrón, el vividor en Engominado y otros personajes que formaban parte de un gran abanico social como El canillita, El haragán, El amarrete. La mayoría de los tangos, (reos, cómicos y arrabaleros), estaban compuestos y dedicados a ella.
Pero a la vez, estaban hechos para que el público se reconociese en ellos.

.


Los de los muchos nombres…

En la siguiente galería de tipos, donde se mencionan muchos con los adjetivos sustantivados (el mishé, el bacán, el otario, etc.), me pareció necesario exponer allí la definición de cada uno y también sus sinónimos. Para ello utilicé las siguientes fuentes: Lexicon: de 16.500 voces y locuciones lunfardas, populares, jergales y extranjeras, Rodríguez, Adolfo Enrique, La Llave, Bs. As, 1991 y el Primer diccionario de sinónimos del lunfardo, Tino Rodríguez, Ed. Atlántida, Bs. As, 1987). Usaré las referencias (1) y (2) respectivamente para señalarlas en las citas.

Es sabido que los letristas, escritores y poetas, hacen su elección a la hora de escribir. Ya sea por cuestiones netamente estructurales (métrica, rima, etc.) o por gusto o estilo propios de su secreta inspiración o intención comunicativa. En este punto traigo aquí dos interesantes afirmaciones: “Sólo en su funcionamiento las palabras adquieren su significado” (José Isaacson). Y “la razón por la cual es tan difícil encontrar sinónimos exactos es porque prácticamente todas las palabras tienen más de un significado”. (W.P. Alston en “La filosofía del Lenguaje”).
Saussure, Greimas, Bajtin y otros muchos lingüistas expusieron sus teorías sobre los significados y significantes, el campo semántico, lengua y habla, los géneros discursivos, etc. Es maravilloso e interesante el mundo de la lingüística o de la filología, donde muchos interrogantes pueden encontrar acertadas respuestas.

Los sinónimos, valiosos instrumentos para no repetir palabras en una cercanía textual, también se utilizan para marcar distintos grados semánticos, muy sutiles en ocasiones. Estos matices de significación de los vocablos de un determinado grupo, están presentes en los tangos (y por ende, en el discurso del hablante rioplatense de la época). Un Cafishio (proxeneta, explotador de mujeres) presentaba todas estas variantes: rufián, rufino, rufo, canfinflero, canflinfa, canfli, cadenero, caferata, cafiolo, cafirulo, carlisa, fioca, fiolo, liso, macró, plangana, sanguijuela. Y el uso, extendido a todos los hablantes del Río de la Plata, hizo su elección por uno u otro término y, en definitiva, lo hizo llegar hasta nuestros días.

Por eso aquí mostraremos quiénes eran los hombres cantados en el tango, o recordar (en el caso de nuestros mayores) las distintas formas de nombrarlos. Y por qué no, la perduración de ciertos vocablos, aun cuando esos tipos masculinos hoy no estén por aquí y los reemplacen otros nuevos como los presentados al comienzo.




Tipología: Varones del tango

Para ordenar la exposición, creí conveniente agrupar a los distintos tipos según el rasgo característico que los identifica. Aparecerán también las definiciones y sinónimos, extraídos de las fuentes mencionadas. Y luego, como ya es costumbre, la lista de algunos tangos en que están presentes. Los invito entonces a recorrerlos.


1) LOS "VALEROSOS"

El compadre:
Si en el campo el prototipo de hombre marginal era el gaucho, en las orillas de la ciudad estaba el compadre, ese guapo de pañuelo al cuello y sombrero "funyi", el típico tanguero en el que Gardel inspiró su imagen.
El compadre poseía el título máximo de la hombría. Temido, envidiado y respetado. Solía vestir de luto, ya que su tarea lo obligaba a tutearse con la muerte y tenía gran dominio del cuchillo, aunque no alardeaba de sus duelos.

En 1919 Pablo Della Costa publicó El manual del perfecto compadre, en el que ironiza sobre cómo se puede alcanzar la categoría del compadre, recurriendo a la vestimenta que se debe usar, la apariencia que se debe tener, la forma de vida que se debe llevar y sobre todo al comportamiento social que resultaba imprescindible.
Horacio Ferrer, en su “Historia sonora del tango” nos dice al respecto:
"...Fue la del compadre la silueta humana característica del arrabal. El era...un centro de gravitación en torno al cual se ordenaba la convivencia...un ser áspero, un niño taimado que agregaba a su constitutiva solemnidad gauchesca y a su simple y honda filosofía, un halo de melancólica tristeza...Los años, la expansión de la ciudad, borrarían al compadre...Pero su alma -con su gravedad, con su hondura y con su nostalgia- quedaría perennizada en el tango."

Aquí van otros nombres que tuvieron los varones y que comparten estas características de valentía a la hora de defender la hombría o usar el cuchillo:

1) Taita: matón, individuo corajudo, prepotente y provocativo; guapo. (1)
2) Matón: Hombre pendenciero y provocador; diestro en el uso de armas. (1)
3) Guapo: arriesgado, animoso, corajudo, temerario; hombre pendenciero y perdonavidas, valentón. (1). Valiente. Agayudo. (2).
4) Patotero: pandillero. Compadrón, malevo, voracero, valentón. (2).
5) Malevo: individuo de malos antecedentes, de avería, provocador, pendenciero, guapo. (1).
6) Taura: Bravucón; guapo; animoso, muy valiente. (1). Valiente, audaz. Agayudo. (2)




Don Juan, el taita del barrio (1900): “Yo soy el taita del barrio/nombrado en la Batería/ y en la Boca cualquier día/ no se me dice “señor".
El Taita (1907): “Soy el taita de Barracas,/de aceitada melenita/ y francesa planchadita/ cuando me quiero lucir”.
Margot (1919): “no fue un guapo haragán ni prepotente/ ni un cafishio de averías el que al vicio te largó/”.
El Patotero Sentimental (1922): “Patotero, rey del bailongo/patotero sentimental”.
Sobre el pucho (1922): “Y allí un malevo que fuma/ y un organito moliendo un tango”.
Sentencia (1923): “Se ahogaba en silencio/llorando el malevo/lloraba su pena”.
Mala entraña (1927): “te criaste entre malevos/ malandrines y matones;/ entre gentes de avería/ desarrollaste tu acción”.
Farolito viejo (1927): “Bajo su luz pobre la china apenada/del taita encanado la carta leyó”.
Duelo criollo (1928): “pero otro amor por aquella mujer/nació en el corazón del taura más mentao”.
Bailarín compadrito (1929): “al taura siempre premia/ la suerte, que es mujer”.
Triste paica (1929): “Pero enceguecido de celos/ el otro taita compadrón/ sin la nobleza de los pibes/ vino de repe y lo mató”.
Viejo smoking (1930): “y en mis desplantes de guapo/ cuántos llantos te mojaron/ cuántos taitas envidiaron/ mi fama de gigoló”.
Gacho gris (1930): “Requintado y echado a los ojos/ te llevaba en mis noches de taita/… ayer sólo el compadrito te llevaba requintado”.
Dicen que dicen (1930): “Pero una noche que pa´un laburo/ el taura manso se había ausentao”.
Canchero (1930): “cien castillos de ilusiones por una causa mistonga/ y he visto llorar a guapos por mujeres como vos”.
Ventarrón (1932): “Por tu fama, por tu estampa/ sos el malevo mentado del hampa”.
Corrientes y Esmeralda (1933): “Amainaron guapos junto a tus ochavas/cuando un cajetilla los calzó de cross”.
Tango (1942): “¡Tango!.../ voz cortada de organito,/ guapo recostado en el buzón”.
El Porteñito (letra de 1942): “De los taitas de cambronas con trensilla/ saldrá a relucir hazañas de guapeadas,/ no tolero los desaires/ de matones y compadritos”.
Patio mío (1951): “te añoran los compadres, la faja y el lengue./ te llora el payador sentimental”.
Te llaman malevo (1957): “Malevo…/ te olvidaste en los boliches/ los anhelos de tu vieja/ Malevo…/ se agrandaron tus hazañas con las copas de ginebra”.
El último guapo (1958): “con el funyi tirao sobre un ojo/ y un amago de tanto al andar,/ sin apuro, sobrando de reojo,/ el último guapo vendrá al arrabal”.





2) LOS "EXPLOTADORES"

El cafishio o cafiolo era el encargado de proveer mujeres a los burdeles de la ciudad. Su profesión consistía en explotar a sus mujeres y captar nuevas pupilas.
Como se verá a continuación, hay numerosas variantes para nombrar a este tipo urbano.

1) Cafishio: rufián; canfinflero, proxeneta, explotador de mujeres. (1)
Cadenero. Caferata. Cafiolo. Cafirulo. Canfli. Canflinfa. Canflinflero. Carlisa. Fioca. Fiolo. Liso. Macró. Plangana. Rufino. Rufo. Sanguijuela. Sultán. (2).
2) Cafiolo: rufián, proxeneta, explotador de mujeres individuo que vive del trabajo de otros. (1). Rufián, cafishio. (2).



El cafiso (1918): “Ya me tiene más robreca/ Que canfli sin ventolina/ Y palpito que la mina/ La liga por la buseca”.
Margot (1919): “no fue un guapo prepotente/ ni un cafishio de averías el que al vicio te largó/”Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana”.
Mano a mano (1920): “que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos/que te abrás en las paradas con cafishios milongueros”…
El ciruja (1926): “pero vivía engrupida/de un cafiolo vidalita/y le pasaba la guita/que le sacaba al matón”.
Farabute (1928): “Deschavate farabute,/ no naciste pa´ cafishio,/ al laburo dedicate que allí está tu salvacion”.
El último cafiolo: “Él era sólo el último cafiolo/ lanzado en el final del tobogán”.






3) LOS "TONTOS"

1) Otario: Zonzo, necio; persona falta de espíritu, torpe, que carece de iniciativa, sin viveza, cándida o estúpida; papanata. Sujeto fácilmente embaucable explotando su condición de tonto y pillo, de crédulo y codicioso a la vez. (1). Tonto, boludo (2).
2) Chabón: chapucero, inexperto, muy torpe, poco hábil; distraído. (1). Chambón, torpe, mamerto, marmota, paquete, tronco. (2).



Mano a mano (1920): “los morlacos del otario los tirás a la marchanta/… “te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión/… en la cuenta del otario que tenés se la cargás”.
Ivette (1920): “que te ha de dar ese otario/ que tu viejo no te ha dado”.
Muchacho (1926): “Que si tenés sentimiento/Lo tenés adormecido,/Pues todo lo has conseguido/ Pagando como un chabón" .
Quevachaché (1926): “¿qué culpa tengo si has piyao la vida en serio/ pasás de otario, morfás aire y no tenés colchón?
Un tropezón (1927): “Fui un gran otario para esos vivos,/ pobres donjuanes de cabaret/ Fui un gran otario porque la quise/como ellos nunca podrán querer”.
¡Che Papusa, oí! (1927): “y al bailar esos tangos de meta y ponga/ ¡volvés otario al vivo y al rana, gil!".
Chiquetera (1930): “Tu cancha viva, supo engrupirme/ Mordí mansito como un chabón.”.
Padrino pelao (1930): “¡qué bronca, muchachos, se hizo el otario!/ Gritemos, Pulguita: ¡Padrino pelao!.
Otario que andás penando (1930): “Otario, que andás penando/sin un motivo mayor,/ ¿quién te dijo que en la vida/ todos es mentira, todo es dolor?”.
Todavía hay otarios (1930): “No sé porqué dicen/ que ya no hay otarios/ que todos son ranas y taita a la vez”.
No aflojés (1931): “Compadrito de aquellos tiempos/ soy el tango hecho lamento/ corro parejo con tu pintón/… pero es que no hay derecho/ que hoy talle tanto otario”.
Pipistrela (1933): “Ya estoy seca de tantos mucamos/ Cocineros, botones y guardas,/ Yo me paso la vida esperando/ Y no llega... el otario...”.
Amarroto (1951): “Y seguís amarrocando para ella, tu monona,/ se las da de gran princesa a costillas del chabón”.
Bronca (1962): “por seguir a mi conciencia/ estoy bien en la palmera/ sin un mango en la cartera/ y con fama de chabón".
El firulete (1958). “vos dejá nomás que algún chabón / chamuye al cuete/ y sacudile tu firulete”.



4) LOS "NOVIOS Y SEDUCTORES"

1) Gavión: querido, novio; gavilán, galán. (1). Gavilán; Picaflor, seductor. (2)
2) Gavilán: amante, concubino. (1). Picaflor. Seductor. Gavión. (2).


 
Mano a mano (1920): “te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión “.
Silbando (1923): “y en el zaguán/está un galán/hablando con su amor”.
Florida de arrabal (1928): “verá a una pebeta que agita su lengue/ cuando se despide de su gavilán”.
Enfundá la mandolina (1930): “Y hacés gracia con tus locos berretines de gavión”.
El Choclo (letra de 1942): “fuiste compadre del gavión y de la mina/ y hasta comadre del bacán y la pebeta”.



5) LOS "PROVEEDORES"

En este grupo está “el bacán”. Se denominaba así a la persona de mucho dinero. Una versión de la etimología, sugiere que esta palabra era utilizada para referirse a la gente adinerada que tenía puestos administrativos en los ferrocarriles de capital británico. Según dicha versión, tales administrativos -al no realizar trabajos físicos- mantenían sus manos atrás (en inglés: back hand). En muchos casos el bacán era genuinamente un hombre pudiente y en otros, aparentaba serlo. Pero en todos los casos, era quien mantenía a una mujer.
Veamos ahora qué otros nombres y/o personajes compartían sus características.

1) Bacán: hombre que mantiene a una mujer; amante; individuo adinerado o que aparenta serlo: acaudalado, pudiente; persona que se da la buena vida. (1). Adinerado, de buena posición económica: bienudo, cogotudo, copetudo, chaludo, enguiyado, forrado, galerudo, guiyado,parado, platudo, ventado. Refinado. Bacanazo, camba, cambuja. Concubino. (2).
2) Mishé: hombre que paga los favores de las mujeres. Individuo que mantiene una amante o querida (1).
3) Garabo: Amante, concubino, bacán joven (1). Garabito, vago, atorrante. (2).


Mano a mano (1920): “que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos/que te abrás en las paradas con cafishios milongueros”…
Ivette (1920): “En la puerta de un boliche/un bacán encordelado/recordaba su pasado que una mina lo amuró/… y que por una pavada te acoplaste a un mishé”.
Milonguita (1920): “Y entre el vino y el último tango/p´al cotorro te saca un bacán”.
Buenos Aires (1923): “Y al compás rezongón de los fueyes /un bacán a su mina la embronca”.
El bulín de la calle Ayacucho (1923): “no faltaba la guitarra bien encordada y lustrosa/ ni el bacán de voz gangosa con berretín de cantor”.
Viejo rincón (1925): “Pebeta de mi barrio, papa, papusa,/ que andás paseando en auto con un bacán/… y que a las milongueras por darles dique/ al irte con tu “camba” batís allon”…/ El mishé que te mima con sus morlacos/ el día menos pensado se aburrirá”.
Oro muerto (1926): “que hay pilchas domingueras, que hay porte y hay silueta,/ a los garabos guapos deseosos de tanguear/… termina la milonga, las minas retrecheras/ salen con sus bacanes henchidas de emoción”.
 Copen la banca (1926): “cadenero de buen porte/garabito a la piú bela/ pinta brava de muchacho/ con su jeta sushetín”.
Carnaval (1927): “con un bacán,/ tan bien vestida, das el golpe/ te lo digo de verdad”.
Muñeca brava (1928): “tenés un camba que te hace gustos/ y viente abriles que son piqueros”.
Gallo viejo (1928): “¿No es cierto que es fulero el arte de charlar?/ ¿Qué quieren esos cosos de vos, si sos bacán?
Garufa (1928): “Del barrio La Mondiola sos el más rana/ y te llaman garufa por lo bacán”.
Seguí mi consejo (1928): “Rechiflate del laburo, no trabajés pa´ los ranas/ tirate a muerto y vivila como la vive un bacán”.
Uno y uno (1929): “¿no manyás que vos has sido/ un mishé de lo mejor?”.
Lloró como una mujer (1929): “Cotorro al gris. Una mina ya sin chance por lo vieja/ que sorprende a su garabo en el trance de partir/… bajó el bacán la cabeza”.
Chiquetera (1930): “Por qué bacán, buen pedigrée/ Punto de arrastre en el juego del chiqué”.
Preparate p´al domingo (1931): “El bacán que con empeño/ me asegura tanta guita/ me ha pedido que reserve/ la rumbiada que me da”.
El Choclo (letra de 1942): “fuiste compadre del gavión y de la mina/ y hasta comadre del bacán y la pebeta”.




6) LOS "VIVOS"

En este grupo encontramos al “compadrito”. Quizás el diminutivo explique las diferencias marcadas con el compadre, ya que era un imitador de éste. Por eso no era ni querido ni respetado.
Exagerado en vestuario y en sus gestos, era un fanfarrón. De mirada sobradora y aire conquistador, aunque cargaba cuchillo como el compadre, llevaba también revólver, lo que se consideraba propio de cobardes. Era un mantenido al que le gustaba vivir del dinero que pudiera darle una mujer.

Por eso encabeza este grupo de los “vivos” al que se suman estos otros.


1) Compadrito: Hombre de cualquier condición social, vano, engreído y fachendoso. Individuo del suburbio porteño que imitó al compadre. (1). Valentón, Fanfarrón. Compadrón. (2).
2) Rana: persona astuta, avisada; sagaz, hábil para sacar ventajas; vivaracha, diestra y de iniciativa. (1). Astuto, despabilado (2).
3) Calavera: hombre de vida licenciosa, vicioso, trasnochador; individuo de vida disipada o disoluta, dado al libertinaje. (1).



El bulín de la calle Ayacucho (1923): “El bulín de la calle Ayacucho,/que en mis tiempos de rana alquilaba”.
Talan…talan (1924): “y a casa vuelven los calaveras/ y milongueras a descansar”.
Copen la banca (1926): “dormía la biografía del cacique de más menta/ como un recuerdo mistongo de los ranas que se van”.
Niño bien (1927): “y te mandás la biaba de gomina, te crées que sos un rana/ y sos un pobre gil”.
¡Che Papusa, oí! (1927): “y al bailar esos tangos de meta y ponga/ ¡volvés otario al vivo y al rana, gil!”
Compadrón (1927): "Compadrito a la violeta, si te viera Juan Malevo, qué calor te haría pasar/¡Dios te ayude, compadrito de papel mashé!"
Garufa (1928): “Del barrio La Mondiola sos el más rana/ y te llaman garufa por lo bacán”.
Todavía hay otarios (1928): “No sé porqué dicen/ que ya no hay otarios/ que todos son ranas y taita a a la vez”.
Seguí mi consejo (1928): “Rechiflate del laburo, no trabajés pa´ los ranas/ tirate a muerto y vivila como la vive un bacán”.
Lloró como una mujer (1929): “bajó el bacán la cabeza, y el tan rana y tan compadre/ besándole los cabellos lloró como una mujer”.
Bailarín compadrito (1929): “pero algo vos darías/ por ser un ratito/ el mismo compadrito/ del tiempo que se fue”.



7) LOS "ELEGANTES, AFECTADOS Y PRESUMIDOS"

En este grupo las voces que los nombran, poseen desde lo sonoro, un aire vivaz y alegre. El jailaife (de High Life, sociedad elegante), el fifí, el pituco, tirifilo o el susheta, parecen connotar auditivamente lo que representan: hacerse notar. Por eso la presunción, el acicalamiento, la elegancia a veces exagerada, o la afectación, son características de este último grupo de arquetipos varoniles.

1) Jailaife: Petrimetre, elegante, pisaverde, lechuguino, atildado, acicalado, fino, joven presumido. (1). Cajetilla.(2).
2) Cajetilla: jovencito bien vestido, elegante, presumido, acicalado. Petrimetre, lechuguino (1). Petrimetre, Dando, jailaife, paquete, pintón. Shusheta. (2).
3) Pituco: Joven elegante, afectado y a veces afeminado, delicado, suave; petrimetre, lechuguino. (1). Petrimetre, fifí. (2).
4) Shusheta: joven vestido a la moda, elegante, pisaverde, refinado. (1). Elegante, cajetilla. (2).
5) Fifí: individuo joven que vive a la moda, elegante, amanerado, afeminado y bien vestido, persona atildada, delicada y suave. (1). Petimetre. Pituco. Petitero. Tirifilo.(2)


Uno y uno (1929): “¿qué quedó de aquel jailaife/ que en el juego del amor/ decía siempre: “mucha efe”/ me tengo pa´payador”.
Niño bien (1927): “vos te creés que porque hablás de “ti”/ fumás tabaco inglés/ paseás por Sarandí/ y te cortás las patillas a lo Rodolfo/ sos un fifí”.
Mama… yo quiero un novio (1928): “Cansada de los gomina,/los niños bien y fifí,/ ayer oí que una piba/ con bronca cantaba así...”
¿Sos vos? ¿Qué cambiada estás! (1930): “Yo sigo siendo el de siempre, de gorra y de zapatillas,/ no he entrao con los cajetillas y sigue aquí el corazón”:
Así se baila el tango (1942): “Qué saben los pitucos, lamidos y sushetas/ qué saben lo que es tango, qué saben de compás”.
Nunca es tarde (1924): “Recibiste los biandazos de la suerte mistonguera/ y a la nada se te fueron los momentos de esplandor./ De tu percha tan debute, tan jailaife y tan diquera”.
Yuyito (1929): “y vos hecho un jailafe, la vida te pasás,/ mientras que allá la pobre, ambula pa´comer,/ canalla sin perdón, yo te quisiera ver”.
Corrientes y Esmeralda (1933): “Amainaron guapos junto a tus ochavas/cuando un cajetilla los calzó de cross”.
Bien pulenta (1950): “Yo nunca fui shusheta/ De pinta y fulería,/ Y sé lo que es jugarse/ La suerte a una baraja”.
No te hagás el pituquito (1950): “Un caradura, un manguero, te juro, me da “tirisia”,/ Que me vengas a dar pifia, haciéndote el “petitero”./ …Siempre fuiste espamentoso, seguí haciéndote el pituco,/ Seguí echándole más tuco, al raviol de tu pasado”.


Es sabido que el verdadero idioma del tango no es el lunfardo en estado puro, sino el habla popular mechada de lunfardismos, tomando aquéllos que le habían llegado a la gente a través del conventillo y del sainete, y que se usaban ya hasta en la conversación de la sobremesa familiar. En este lenguaje porteño (diría mejor rioplatense, porque los hermanos uruguayos también lo comparten) compusieron los poetas del tango las letras que hoy conocemos.
Por eso es tan fascinante volver a recordar a estos varones milongueros, esta “fauna urbana” de principios de siglo que mantienen vigencia aún hoy. ¿Quién no se enternece al escuchar “otario” en alguna conversación callejera o familiar? El chabón, usado en sus orígenes para señalar al tonto o inocente, hoy se aplica al muchacho o pibe. Los adolescentes lo usan con frecuencia casi tanto como el término boludo. Yo me reconozco usando el fifí, pituco, bacán o compadrito en ciertas charlas de amigos.
Lo cierto es que en las primeras décadas del siglo XX estos arquetipos masculinos existieron, no sólo en las calles sino también en la escena y la música tangueras. Y que muchos perduraron en la memoria colectiva vaya a saber por qué mágica razón, habla popular mediante.

Por otro lado, para cerrar con los conceptos del comienzo, nos queda admitir que las etiquetas y encasillamientos siguen y seguirán existiendo. Quizás pensados para guiar a las mujeres, como un valioso GPS ideado para no sorprendernos y estar atentas.
Si un fifí o un jailafe están cerca de un metrosexual o e- boy, no lo sé. Si el übersexual es la encarnación civilizada del compadre, tampoco. Pero es cierto que desde los primeros tiempos los hombres se pintaban y acicalaban para rituales y guerras; fueron luego héroes de capa y espada; fueron románticos capaces de morir de amor o por su ideales… En fin, la amplia galería de hombres y sus patrones de conducta, sus éticas y estéticas seguirán siendo material de estudio.
Lo interesante es ver que en algunos casos se tiene bien en claro qué varones son los elegidos. En Mama… yo quiero un novio” (1928) de Roberto Fontaina y Ramón Collazo, la muchacha reniega del fifí y del acicalado y hace esta solicitud:

Yo quiero un hombre copero/ De los del tiempo del jopo,
Que al truco conteste “quiero”/ Y en toda banca va al copo.
Tanto me da que sea un pato/ Que si mi novio precisa,
Yo empeño hasta la camisa/ Y si eso es poco, el colchón.
Mama, yo quiero un novio/ Que sea milonguero, guapo y compadrón...

Este pedido no está muy lejos de los nostálgicos versos de Tiempos viejos de Manuel Romero, tango estrenado el 21 de octubre de 1926 bajo el título ¿Te acordás, hermano? para “La maravillosa Revista” de su misma compañía:
¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquellos!
Eran otros hombres, más hombres los nuestros.
No se conocía coca, ni morfina,
Los muchachos de antes no usaban gomina.


Una mujer en el primer caso, un hombre en el segundo. Aún no entrada la tercera década del siglo veinte, ya estaban añorando modelos de varones que para esa época era difícil encontrar.

Usaremos entonces nuestro Sistema de Posicionamiento Global interno (o el de las investigaciones del mercado editorial femenino) para ver quiénes andan hoy por estos lados. Y espero no tengamos que recurrir a la nostalgia porque no nos convence lo que vemos.